Cambio horario sin ventajas
Las ventajas económicas que impulsaron la reforma en 1974 se han diluido
Cada hogar español logra una ganancia media de seis euros anuales en iluminación
Viernes, 28 de octubre del 2016 - 17:31 CEST
El 13 de abril de 1974, coincidiendo con la primera gran crisis del petróleo, España y otros países europeos decidieron instaurar un horario de verano -adelantar los relojes una hora- amparándose en argumentos de ahorro energético. El razonamiento era muy claro: tener horas de sol cuando la gente todavía está durmiendo es un desperdicio de luz natural. Lo ideal es que amanezca un poco después, justo cuando la gente se levanta, y luego alargar el horario diurno por la tarde, lo que incentiva la actividad comercial y evita que las luces estén encendidas tantas horas.
En la Unión Europea, el horario de verano es obligatorio desde 1981 y, además, se aplica de forma simultánea en todos los países desde 1996, con independencia de su huso horario. En cierta manera, pues, los países europeos regresan este fin de semana al horario estándar: cuando el reloj marque las tres de la madrugada del domingo, las manecillas se deberán atrasar una hora y colocarlas a las dos.
Sin embargo, el argumento que impulsó el cambio en 1974 ya no es tan robusto. Como explica el Institut Català de l'Energia (Icaen), el ahorro en iluminación doméstica, que es en principio el sector más beneficiado por el horario de verano, se estima en un máximo del 10%. Si además se tiene en cuenta que la iluminación representa el 6% del consumo de los hogares y que los hogares gastan el 15% de la electricidad, "el ahorro total de electricidad se limita al uno por mil", ilustra Juanjo Escobar, jefe de la División de Gestión Energética del Icaen. En el resto de los sectores, buena parte de lo que se gana por la tarde se pierde por la mañana.
Escobar
explica que el ahorro se ha reducido en los últimos años. "La
sustitución de las bombillas de incandescencia por bombillas de bajo
consumo ha reducido notablemente el consumo doméstico hasta el punto de
que el gasto en iluminación supone el 6% de la factura, frente al 12%
del 2002", dice. En cambio, ha aumentado el vinculado a aire
acondicionado, ordenadores y otros pequeños electrodomésticos. En
Catalunya, el ahorro anual en iluminación ha pasado de 35-40 millones a
solo 15 millones.
Según datos el Instituto para la Diversificacion y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, el ahorro medio para un hogar español es de seis euros, lejos de los 10 de hace unos años. "Este escaso ahorro no justifica el cambio", insiste Jordi Ojeda, profesor de Economía de la Universitat de Barcelona y miembro del consejo asesor del Parlament de Catalunya sobre la reforma horaria. "Quizá en 1974 sí lo estuvo, pero ahora no".
Escobar advierte, en cualquier caso, de que el cálculo del ahorro por sectores es sumamente complejo y se basa en modelizaciones. El especialista del Icaen considera en este sentido que el ahorro es escaso en sectores como la industria, que funcionan con independencia de la luz, o las grandes superficies comerciales, algunas sin apenas ventanas y "que tienen las bombillas encendidas todo el día", afirma.
Como
mínimo, cambiar el horario tiene un innegable "efecto de
concienciación", dice Escobar, puesto que sirve para que los
consumidores recuerden dos veces al año la importancia de ahorrar
electricidad.
Frente a las discutidas ventajas, el cambio horario tiene diversos inconvenientes al margen del conocido desarreglo que sufre el cuerpo humano, especialmente en el caso de niños y ancianos, y que se caracteriza por los problemas de sueño y de percepción del tiempo que se pueden prolongar algunos días. Modificar las agujas del reloj requiere una sincronización adicional de los vuelos y los viajes de tren, por ejemplo, además de ajustar equipos médicos, maquinaria programada y registros de todo tipo.
Lógicamente, el cambio horario solo tiene sentido en los países en los que la duración del día y la noche varía mucho entre los dos solsticios. Aun así, algunos países en los que se aplicó la medida, la eliminaron con posterioridad, como Japón, Rusia, China y Turquía. El debate en Europa está servido. En Alemania, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la cancillera Angela Merkel incluyó en su último programa electoral una propuesta para suprimir el horario de verano, aunque cualquier decisión "se deberá tomar por consenso en el ámbito europeo", insiste Ojeda. "O lo hacemos todos o ninguno", añade el profesor de la UB.
De hecho, sería más fácil que España adoptara el huso horario de Gran Bretaña, Irlanda y Portugal, tal y como reclaman algunas asociaciones, que dejar unilateralmente de aplicar el horario de verano o de invierno, que forma parte de una directiva comunitaria. "Lo de Baleares no tiene ningún sentido. Otra cosa sería plantear un cambio de huso, pero aun así tengo mis dudas de que ello ayudara a mejorar la conciliación laboral. Es necesario un cambio social", concluye Ojeda.
El 13 de abril de 1974, coincidiendo con la primera gran crisis del petróleo, España y otros países europeos decidieron instaurar un horario de verano -adelantar los relojes una hora- amparándose en argumentos de ahorro energético. El razonamiento era muy claro: tener horas de sol cuando la gente todavía está durmiendo es un desperdicio de luz natural. Lo ideal es que amanezca un poco después, justo cuando la gente se levanta, y luego alargar el horario diurno por la tarde, lo que incentiva la actividad comercial y evita que las luces estén encendidas tantas horas.
En la Unión Europea, el horario de verano es obligatorio desde 1981 y, además, se aplica de forma simultánea en todos los países desde 1996, con independencia de su huso horario. En cierta manera, pues, los países europeos regresan este fin de semana al horario estándar: cuando el reloj marque las tres de la madrugada del domingo, las manecillas se deberán atrasar una hora y colocarlas a las dos.
Sin embargo, el argumento que impulsó el cambio en 1974 ya no es tan robusto. Como explica el Institut Català de l'Energia (Icaen), el ahorro en iluminación doméstica, que es en principio el sector más beneficiado por el horario de verano, se estima en un máximo del 10%. Si además se tiene en cuenta que la iluminación representa el 6% del consumo de los hogares y que los hogares gastan el 15% de la electricidad, "el ahorro total de electricidad se limita al uno por mil", ilustra Juanjo Escobar, jefe de la División de Gestión Energética del Icaen. En el resto de los sectores, buena parte de lo que se gana por la tarde se pierde por la mañana.
El ahorro doméstico en iluminación supone el uno por mil del gasto eléctrico total
Según datos el Instituto para la Diversificacion y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, el ahorro medio para un hogar español es de seis euros, lejos de los 10 de hace unos años. "Este escaso ahorro no justifica el cambio", insiste Jordi Ojeda, profesor de Economía de la Universitat de Barcelona y miembro del consejo asesor del Parlament de Catalunya sobre la reforma horaria. "Quizá en 1974 sí lo estuvo, pero ahora no".
Escobar advierte, en cualquier caso, de que el cálculo del ahorro por sectores es sumamente complejo y se basa en modelizaciones. El especialista del Icaen considera en este sentido que el ahorro es escaso en sectores como la industria, que funcionan con independencia de la luz, o las grandes superficies comerciales, algunas sin apenas ventanas y "que tienen las bombillas encendidas todo el día", afirma.
IR AL COLEGIO A OSCURAS
Si se decidiera mantener el horario de verano todo el año, como propone una iniciativa en las islas Baleares y otra similar en la Comunidad Valenciana, eso supondría que en vez de amanecer en invierno a las 8.00, lo haría a las 9.00, según un posible ejemplo en Barcelona. Y en vez de anochecer a las 17.30, lo haría a las 18.30. Parece evidente que todo ello puede beneficiar al sector del ocio y la restauración en horario vespertino, pero al mismo tiempo la gran mayoría de los trabajadores se levantarían sin luz y los colegios abrirían a oscuras.Japón, Rusia o China, entre otros países, mantienen el mismo horario todo el año
Frente a las discutidas ventajas, el cambio horario tiene diversos inconvenientes al margen del conocido desarreglo que sufre el cuerpo humano, especialmente en el caso de niños y ancianos, y que se caracteriza por los problemas de sueño y de percepción del tiempo que se pueden prolongar algunos días. Modificar las agujas del reloj requiere una sincronización adicional de los vuelos y los viajes de tren, por ejemplo, además de ajustar equipos médicos, maquinaria programada y registros de todo tipo.
Lógicamente, el cambio horario solo tiene sentido en los países en los que la duración del día y la noche varía mucho entre los dos solsticios. Aun así, algunos países en los que se aplicó la medida, la eliminaron con posterioridad, como Japón, Rusia, China y Turquía. El debate en Europa está servido. En Alemania, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la cancillera Angela Merkel incluyó en su último programa electoral una propuesta para suprimir el horario de verano, aunque cualquier decisión "se deberá tomar por consenso en el ámbito europeo", insiste Ojeda. "O lo hacemos todos o ninguno", añade el profesor de la UB.
De hecho, sería más fácil que España adoptara el huso horario de Gran Bretaña, Irlanda y Portugal, tal y como reclaman algunas asociaciones, que dejar unilateralmente de aplicar el horario de verano o de invierno, que forma parte de una directiva comunitaria. "Lo de Baleares no tiene ningún sentido. Otra cosa sería plantear un cambio de huso, pero aun así tengo mis dudas de que ello ayudara a mejorar la conciliación laboral. Es necesario un cambio social", concluye Ojeda.