domingo, 18 de marzo de 2012

Citado en el artículo "No tengo tiempo para nada" de Eva Peruga en El Periódico (texto en castellano)

A continuación el artículo de Eva Peruga publicado el domingo 11 de marzo de 2012 en El Periódico de Catalunya.

No tengo tiempo para nada
EVA PERUGA, defensora de la igualdad

Como en el bolero. Intentamos parar el reloj porque las mujeres vamos enganchadas todo el día. ¿No tenemos que ahorrar y racionalitzar? Pues entonces el cambi de horarios es imprescindible. Gracias.

Si le preguntas a una mujer por qué cosa vendería su alma al diablo -es un decir-, la mayoría responde que por tiempo. La desigualdad muerde con rabia las mujeres en este reparto de horas y de horarios planteado con una fórmula que no satisface a nadie pero que todo el mundo reproduce. En 1979, Rafael Amor cantaba: «Tiempo, no tengo tiempo para nada. Aquí, el milagro de la vida,/allí, el naufragio de la muerte. Todo, en casi nada de tiempo./¡Qué poco tiempo para perderse en el tiempo! Llegará el tiempo/en que hoy, fue hace tiempo. Porque pasa el tiempo si total/tiene tiempo”.

Pero una cosa es la lucha existencial, en su forma superior, contra el tiempo y otra muy distinta es la que se deriva de la pésima organización horaria en la que ninguno de los "lo reformaremos todo" parece que tenga que llegar a pesar ser un pozo muerto por donde perdemos el dinero y las ganas. El pasado jueves, Día Internacional de la Mujer, hablaba de este tema con el alcalde de Lleida, el socialista Àngel Ros, que me confesaba que se va de barrios cuando liquida su labor en el consistorio. Sí, es necesario conocer la ciudad que se dirige y los ciudadanos nos gusta ver a nuestro alcalde, pero ¿los políticos no tienen derecho a sus horas privadas? La ciudadanía, en el fondo deseosa de que alguien haga el primer paso, piensa que sí. En Suecia, el país que nos queda tan lejos, sus políticos cierran la puerta a horas ciudadanas y sus ejecutivos cortan en seco cualquier reunión cuando se acerca la hora de ir a buscar a los niños a la escuela. ¿Y les va bien, no? Descubrir que la clase política tiene familia ha sido un avance. Tony Blair redujo su agenda de primer ministro británico con la llegada de su último hijo, Leo. Hemos tenido que esperar que Alicia Sánchez-Camacho y Carme Chacón lleven a sus hijos a cónclaves de sus partidos para esperar alguna iniciativa que demuestre que las horas no pasan de la misma manera para unas que para los demás.

A veces una frase sencilla y lógica nos clava en la realidad. Lo he leído esta semana: "La vida en sociedad depende en buena medida de los horarios y los calendarios laborales". Se puede decir que depende totalmente. La frase consta en la introducción del proyecto Tiempo de Cambiar, por el que Jordi Ojeda, Jordi Romero y Elena Sintes recibieron de manos de la concejala de Mujer y Derechos Civiles del Ayuntamiento de Barcelona, Francina Vila, el premio 8 de marzo Maria Aurèlia Capmany. En la propuesta se constata que las barreras para el cambio de paradigma que conduzca a una nueva forma de trabajo más flexible se encuentran "en la falta de formación, desde el punto de vista de la capacitación profesional y de la habilidad personal, así como en la falta de sensibilización de todo el sistema". Para las mujeres, todas estas horas se traducen en problemas de salud, en la supeditación a una menor formación, hacia disponibilidad de ocio y doble jornada. En definitiva, una precarización de su vida por la irracionalidad de los horarios en los ámbitos laboral y doméstico. Batallamos para que las tiendas abran 24 horas al día cuando la médula espinal del debate está en conseguir un ajuste de los horarios laborales para que no nos hagan perder tiempo ni generen -importante-costes económicos. La cadena infernal es cara. Si en el siglo pasado se inventaron el taylorismo, el fordismo y el toyotismo. ¿Porque estamos huérfanos de un ismo a la medida de las personas, base de la economía? ¿Qué hacer? La sociedad civil debe moverse. ¿Plantear una iniciativa popular? Creo que más de medio millón de personas quieren conjugar corresponsabilidad y conciliación. El eslogan, una frase sencilla: Trabajar mejor o No me hagan perder más el tiempo.


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